“Bienvenidos a Cannole, la ciudad de los caracoles” es el simpático cartel que acoge a todos los visitadores en el pueblito a 10 kilometros de Otranto y a 100 metros sobre el nivel del mar. Cannole un tiempo formaba parte de la Decatria Choria, es decir de los trece pueblos de Tierra de Otranto de lengua y tradiciones griegas. En griego, su nombre originario era Kalami, es decir cañas, en referencia a la presencia de cañizares en su territorio.
Cannole nació muy probablemente en el siglo XII, después de las furiosas luchas entre bizantinos, germanicos, normandos y baronía del Italia meridional. En un clima feroz y sin fin que empezaba a involucrar todo el sur Salento, los habitantes de estas tierras huyeron de la devastación de Guillermo I de Sicilia, llamado el Malo, encontrando un refugio seguro entre los cañizares. Y propiamente desde el encontrar refugio entre los cañizares que proceden el nombre y el escudo del pueblo de Cannole. Desde la segunda mitad del siglo XIII el territorio de Cannole y de su circunscripción fue feudo de varias otras familias de nobles, hasta que, en 1583, pasó bajo el control de los barones Personé, quienes lo mantuvieron para casi un siglo. En 1747 se dió el feudo a los marqueses Granafei, quienes guardaron su propiedad hasta el final de la dominación feudal. La familia Granafei contribuyó a la rehabilitación urbana del pueblo y al incremento de la población residente. Cannole es muy conocida por la tradicional fiesta del caracol (Municeddha). Esta es la más importante fiesta en Italia dedicada a los caracoles en la tradición gastronómica mediterranea, así que a los cannoleses se les llaman cuzzari.